Noté el avión que volaba extrañamente bajo. Se acercaba a Toncontín.
Me dio curiosidad y me puse a ver qué pasaba.
Era blanco con la trompa pintada de rojo.
De repente se levantó bien para arriba. Empezó a ascender y dio la vuelta completa para atrás.
Vaya, pensé, otro accidente y va a ser un montón de muertos.
Después de la pirueta, se estabilizó y empezó a buscar otra vez la pista. Tenía que dar una gran vuelta, así que de repente estaba volando cerca de donde me hallaba.
Empecé a entender que yo también era parte del drama.
Mientras se aproximaba, las turbinas comenzaron a rugir como fuera de control.
Me entró la angustia.
De nuevo levantó la trompa hacia el cielo. Empezó a subir, pero luego se desplomó en la misma posición de ascenso, es decir que caía de cola.
Dio un giro completo hacia atrás, y se estabilizó. Para entonces ya estaba casi sobre mi cabeza.
En medio del terror, yo no sabía si quedarme esperando o salir a la carrera.
Correr hacia dónde? Cómo protegerme? A qué lugar meterme?
Una vez más el estruendo de las turbinas. La trompa hacia el cielo y una vuelta completa en el aire.
Esta vez venía directo al suelo, y quizá me caería encima.
Me quedé inmóvil, esperando la muerte.
Cuando ya casi se estrellaba, una vez más se levantó y estabilizó.
Tomó de nuevo el rumbo del aeropuerto.
Cuando ya estaba cerca de la pista, dio otro brinco para arriba, otra pirueta y finalmente se fue de pico al suelo.
En un estruendo que logré oír a pesar de la gran distancia, explotó al otro lado de los cerros.
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