miércoles, 31 de diciembre de 2014

Romancedilla

Noté el avión que volaba extrañamente bajo. Se acercaba a Toncontín.

Me dio curiosidad y me puse a ver qué pasaba.

Era blanco con la trompa pintada de rojo.

De repente se levantó bien para arriba. Empezó a ascender y dio la vuelta completa para atrás.

Vaya, pensé, otro accidente y va a ser un montón de muertos.

Después de la pirueta, se estabilizó y empezó a buscar otra vez la pista. Tenía que dar una gran vuelta, así que de repente estaba volando cerca de donde me hallaba.

Empecé a entender que yo también era parte del drama.

Mientras se aproximaba, las turbinas comenzaron a rugir como fuera de control.

Me entró la angustia.

De nuevo levantó la trompa hacia el cielo. Empezó a subir, pero luego se desplomó en la misma posición de ascenso, es decir que caía de cola.

Dio un giro completo hacia atrás, y  se estabilizó. Para entonces ya estaba casi sobre mi cabeza.

En medio del terror, yo no sabía si quedarme esperando o salir a la carrera.

Correr hacia dónde? Cómo protegerme? A qué lugar meterme?

Una vez más el estruendo de las turbinas. La trompa hacia el cielo y una vuelta completa en el aire.

Esta vez venía directo al suelo, y quizá me caería encima.

Me quedé inmóvil, esperando la muerte.

Cuando ya casi se estrellaba, una vez más se levantó y estabilizó.

Tomó de nuevo el rumbo del aeropuerto.

Cuando ya estaba cerca de la pista, dio otro brinco para arriba, otra pirueta y finalmente se fue de pico al suelo.

En un estruendo que logré oír a pesar de la gran distancia, explotó al otro lado de los cerros.